lunes, 21 de octubre de 2013

La Pitonisa del templo de Apolo


Las pitonisas eran las sacerdotisas del templo de Apolo en Delfos, donde además de recibir a los visitantes y sus ofrendas, actuaban como intermediarias entre el oráculo y los hombres.
Cuando Apolo fundó su templo en Delfos, prometió visitarlo periódicamente para aconsejar a los humanos mediante un oráculo. Pero temiendo que los mensajes divinos puedan ser inteligibles para los simples mortales, el dios de la verdad decidió comunicarse a través de sacerdotisas. Durante los siglos de apogeo del oráculo fue necesario nombrar hasta tres pitonisas para poder atender con holgura las innumerables consultas que se hacían por entonces. Sin embargo en los tiempos de decadencia sólo hubo una, suficiente para los pocos y espaciados oráculos que se requerían.
Las pitonisas vivían entre las grutas o cerca de las corrientes de agua. Cuando llegaba el día del oráculo, se purificaban con baños rituales, se vestían de gala para recibir a Apolo y se colocaban sobre un trípode de oro en lo más profundo del templo. De entre las grietas del suelo el dios hacía emanar una exhalación sagrada, por medio de la cual transformaba la voz de la sacerdotisa en la suya. Entonces las pitonisas comenzaban a cantar y a lanzar palabras, muchas veces incomprensibles en apariencia, para ofrecer el consejo de Apolo.
Los consultantes eran de todo tipo, desde grandes reyes hasta gente pobre. En primer lugar se ofrecía un sacrificio en el altar que había delante del templo. A continuación se pagaban las tasas correspondientes y por último el consultante se presentaba ante la Pitia y hacía sus consultas oralmente.
La Pitia se sentaba en un trípode que estaba en un espacio llamado aditon, al fondo del templo de Apolo Pitio. Αδυτων significa "fondo del santuario" y τo αδυτoν significa "lugar sagrado de acceso prohibido".
La Pitia daba respuestas, que un sacerdote recogía y escribía en forma de verso. Después se le entregaba al consultante. En un primer momento, las sentencias de la pitonisa se hacían en verso, pero a mucha gente le parecía extraño que, siendo Apolo el dios de la música, tuvieran las predicciones tan mala calidad rítmica y melódica. Así que pronto la pitonisa comenzó a predecir en prosa.
Si la profecía era incorrecta se decía que el fallo era la interpretación de lo dicho y no el oráculo en sí. El trance que sufrían era provocado por un gas alucinógeno y por eso al pronunciar frases “enigmáticas”, los desaciertos eran atribuibles a una mala interpretación de sus palabras.




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